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Dimensión humano afectiva, un desafío de crecimiento permanente en la vida sacerdotal

 

¿Qué implica estructurarse integralmente en la dimensión humana afectiva en vida sacerdotal? fue la pregunta que se respondió durante el encuentro que sostuvo el presbiterio de El Espinal con el director del departamento de Ministerios Ordenados del episcopado, P. Juan Álvaro Zapata, durante la jornada de formación que tuvo como eje central el tema la Formación Humano Afectiva de los sacerdotes.

Durante esta jornada se analizó los recursos, las condiciones y las características de la madurez humana; la afectividad, sus componentes y elementos que favorecen a la madurez en la afectividad y que determinan las acciones de la vida diaria; se compartieron indicaciones que revelan acciones de inmadurez en el ámbito de la afectividad; finalmente se compartió herramientas que se deben tomar en cuenta en el proceso de formación de la pastoral vocacional, formación inicial y la formación permanente.
Entrevista: P. Juan Álvaro Zapata habla sobre la dimensión humana afectiva en los sacerdotes

El P. Juan Álvaro Zapata al referirse al concepto de afectividad explicó que es el «motor que dinamiza las fuerzas, sentimientos, pulsiones y emociones de las personas. Es la manera como se responde a hechos externos que influyen en la vida, cómo se desarrolla, cómo actúa día a día y las relaciones con los otros».

En este marco afirmó que el desafío es crecer continuamente, saber reconocer las debilidades y fragilidades, trabajarlas y confrontarlas. Por ello, el crecimiento humano afectivo, lejos de ser una acción individual, es más bien una actividad que se debe realizar en compañía. Desde el momento que la persona descubre sus debilidades debe buscar el apoyo, por ejemplo de su director espiritual o de profesionales si el caso lo requiere.
Finalmente sugirió unas herramientas que pueden ayudar al crecimiento en este ámbito, por ejemplo realizar un auto examen para reconocer las fragilidades, contar con el acompañamiento espiritual y piscológico, contar con elementos de la vida espiritual, autoformación permanente y aprovechar los talleres de pastoral sacerdotal que se ofrezcan la diócesis.

Fuente. http://cec.org.co

zitfrid

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