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El Papa a jóvenes de cárcel: No escuchen los chismes, Dios les da una nueva oportunidad

En su discurso a los jóvenes del Centro de Cumplimiento de Menores “Las Garzas”, en Panamá, el Papa Francisco les animó a no dejarse llevar por la murmuración y el chisme, sino recordar que Jesús que nos dice que somos parte de su familia, “no puedo perderte en el camino, estoy aquí contigo”.

Antes de dirigirse al Centro de Cumplimiento de Menores “Las Garzas”, el Papa Francisco se encontró durante unos 10 minutos en el Colegio Esclavas, cercano a la Nunciatura Apostólica, con un grupo de 450 peregrinos cubanos y dos Obispos de Cuba.

Posteriormente, se dirigió al barrio periférico de Pácora en papamóvil, donde se dirigió para celebrar la liturgia penitencial con los jóvenes privados de libertad del Centro de Cumplimiento de Menores “Las Garzas”. Una vez en el centro, el Papa y otros dos sacerdotes confesaron a 12 de ellos.

El Papa Francisco llegó al Centro de Cumplimiento de Menores “Las Garzas” de Pacora para celebrar una liturgia penitencial con los residentes a quienes explicó el pasaje del Evangelio en el que los fariseos y escribas se escandalizaban del comportamiento de Jesús y decían “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

Aunque los escribas pretendían “descalificarlo y desvalorizarlo” lo que consiguieron fue señalar “una de sus actitudes más comunes y distintiva”, aseguró el Papa Francisco.

Además precisó que “Jesús no tiene miedo de acercarse a aquellos que, por un sinfín de razones, cargaban sobre sus espaldas con el odio social como eran los publicanos”, y precisó que Jesús “lo hace porque sabe que en el cielo hay más fiesta por un solo pecador convertido que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión”.

En ese sentido, el Papa aseguró que mientras los fariseos se limitaban “tan solo a murmurar o indignarse coartando y cerrando así todo tipo de cambio, conversión e inserción”, la actitud de Jesús es acercase, “se compromete, pone en juego su reputación e invita siempre a mirar un horizonte capaz de hacer nueva la vida y la historia”.

También aseguró que “todos tenemos un horizonte” y animó a quien piensa no tenerlo a “abrir la ventana del corazón” para encontrarlo.

“Dos miradas bien diferentes que se contraponen. Una mirada estéril e infecunda ?la de la murmuración y el chisme? y otra que invita a la transformación y conversión ?la del Señor”, subrayó.

El Papa dijo a los jóvenes del Centro de Cumplimiento que “muchos no toleran y no les gusta esta opción de Jesús”, y “no aceptan y rechazan esta opción de estar cerca y ofrecer nuevas oportunidades”.

“Con la vida de la gente parece más fácil poner rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas. Rótulos que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos; acá los justos y allá los pecadores”, señaló y aseguró que es “la cultura del adjetivo que descalifica a la persona. Piénsenlo para no caer en lo que se nos ofrece fácilmente en la sociedad”.

Una actitud, que según dijo el Papa, “contamina todo porque levanta un muro invisible que hace creer que marginando, separando o aislando se resolverán mágicamente todos los problemas”.

Por eso advirtió que “cuando una sociedad o comunidad se permite esto y lo único que hace es cuchichear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas; entra en una actitud social de marginación, exclusión y de una confrontación”.

“Los pobres e indefensos son los que más sufren estas condenas sociales”, precisó.

“Qué dolor genera ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en luchar y luchar para crear oportunidades y transformación”, subrayó.

“En cambio, todo el evangelio está marcado por esta otra mirada que no es nada más y nada menos que la que nace del corazón de Dios. El Señor quiere hacer fiesta cuando ve a sus hijos que retornan a casa. Así lo testimonió Jesús manifestando hasta el extremo el amor misericordioso del Padre”, afirmó el Papa.

El Papa recordó una anécdota en la que un campesino le explicó que el el agua más pura es el agua destilada, pero “no tiene sabor a nada”, por eso aseguró que ésa es la vida de los que andan criticando, “se sienten tan puros que no convocan a nadie” y están solos, sin embargo no es lo que hace Jesús, “que acepta la complejidad de la vida”.

También insistió en que se trata de “un amor que no tiene tiempo para murmurar, sino que busca romper el círculo de la crítica superflua e indiferente, neutra e imparcial y asume la complejidad de la vida y de cada situación; un amor que inaugura una dinámica capaz de ofrecer caminos y oportunidades de integración y transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación”.

Por eso “Jesús rompe la lógica que separa, excluye, aísla y divide falsamente entre ‘buenos y malos’. Y no lo hace por decreto o con buenas intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismo, lo hace creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos; apostando y celebrando cada paso posible”.

El Papa Francisco también aseguró que de este modo Jesús rompe “con otra murmuración nada fácil de detectar” y que “taladra los sueños” porque repite constantemente “no vas a poder, no vas a poder”.

“Cuando pienses que no vas a poder, date un cachetazo y di sí voy a poder y te lo voy a demostrar”, subrayó.

“Es el cuchicheo interior que aparece en quien, habiendo llorado su pecado y consciente de su error no cree que pueda cambiar. Es cuando se cree interiormente que el que nació ‘publicano’ tiene que morir ‘publicano’; y esto no es verdad”, aseguró.

“Amigos: Cada uno de nosotros es mucho más que sus rótulos, que la condena que nos impusieron. Así Jesús nos lo enseña e invita a creer”, animó el Papa a los jóvenes y destacó que Jesús, con su mirada, “nos desafía a pedir y buscar ayuda para transitar los caminos de la superación”.

“Hay veces que la murmuración parece ganar, pero no la crean, no la escuchen. Busquen y escuchen las voces que impulsan a mirar hacia delante y no las que los tiran abajo”, aseguró y les animó a “abrir la ventana y mirar el horizonte. y cada vez que viene la polilla con el “no vas a poder” responde sí vas a poder”.

También recordó que “la alegría y la esperanza del cristiano ?de todos nosotros, también del Papa? nace de haber experimentado alguna vez esta mirada de Dios que nos dice: vos sos parte de mi familia y no puedo dejarte a la intemperie, no puedo perderte en el camino, estoy aquí contigo. ¿Aquí? Sí, aquí”.

E hizo referencia al testimonio de uno de los jóvenes del Centro de Cumplimiento. “Es haber sentido como lo compartiste vos, Luis, que en aquellos momentos que parecía que todo se había acabado algo te dijo: ¡No! Todo no ha terminado, porque tenés un propósito grande que te permite comprender que el Padre Dios estaba y está con todos nosotros y nos regala personas con las que caminar y ayudarnos a alcanzar nuevas metas”, afirmó.

También afirmó que Jesús de esta manera “transforma la murmuración en fiesta y nos dice: ‘¡Alégrense conmigo!’” y recordó “la alegría con la que somos recibidos por Dios” y por eso aseguró a los menores que “son parte de la familia”, “ustedes tienen mucho para compartir, ayúdennos a saber cuál es la mejor manera para estar y acompañar el proceso de transformación que, como familia, todos necesitamos”.

El Papa afirmó que una sociedad se enferma cuando “no es capaz de hacer fiesta por la transformación de sus hijos, una comunidad se enferma cuando vive de la murmuración aplastante, condenatoria e insensible”.

Mientras que una sociedad es fecunda cuando “logra generar dinámicas capaces de incluir e integrar, de hacerse cargo y luchar para crear oportunidades y alternativas que den nuevas posibilidades a sus hijos, cuando se ocupa en crear futuro con comunidad, educación y trabajo”.

El Papa aseguró que “todos tenemos que ayudarnos para aprender, en comunidad, a encontrar estos caminos. Es una alianza que tenemos que animarnos a realizar: ustedes, chicos, los responsables de la custodia y las autoridades del Centro y del Ministerio, y sus familias, así como los agentes de Pastoral”.

Además les animó: “Peleen y peleen, pero no entre ustedes, sino para encontrar y buscar los caminos de inserción y transformación. Eso el Señor lo bendice, esto el Señor lo sostiene y esto el Señor lo acompaña” y les recordó que durante la celebración penitencial “todos podremos experimentar la mirada del Señor, que no mira un rótulo, un adjetivo, ni una condena, sino mira un hombre, mira hijos. Mirada de Dios que desmiente las descalificaciones y nos da la fuerza para crear esas alianzas necesarias que nos ayudan a todos a desmentir las murmuraciones, esas alianzas fraternas que permiten que nuestras vidas sean siempre una invitación a la alegría de la salvación”.