El “milagro” de Jimena en Fátima es “un regalo de la Virgen a la JMJ”, asegura su padre
El padre de Jimena, la joven española que asegura haber recuperado la vista durante una Misa en Fátima, narra con sencillez y entereza los detalles de lo que define como “un salto en la fe” y un “regalo de la Virgen María para la JMJ”.
Todo ocurrió el pasado sábado 5 de agosto en Fátima (Portugal). Jimena, de 16 años, afirmó haberse curado de un grave problema en el ojo que los médicos habían tachado de incurable después de comulgar y tras haber rezado una novena a la Virgen de las Nieves.
“Sentía algo especial”
Su padre, quien asegura haber estado siempre “aferrado en la convicción de que se iba a curar”, cuenta cómo fue la primera llamada de Jimena a casa tras lo ocurrido.
“Prácticamente no hablamos, ella estaba llorando, solo nos dijo ‘que veo, que veo’. Luego nos llamó el cura que había celebrado la Misa para contarnos un poco más de detalles. Es una alegría increíble”.
“Ella se confesó antes de ir a Misa. Estaba muy ilusionada, sentía algo especial. Luego fue a comulgar. Después le daba miedo abrir los ojos porque pensaba: ‘Como no me cure, es que no tengo fe’. Y los abrió, y empezó a ver todo. Entonces ya se puso a llorar y se dio cuenta de que sus amigas estaban dos años y medio más mayores”, señala su padre, todavía emocionado.
Un “Vía Crucis” buscando médicos
Desde hace dos años y medio Jimena sufría de un “espasmo de acomodación”. Según explica su padre, se trata de “un bloqueo de las funciones del ojo, algo más o menos normal en niñas de esa edad con una cantidad de 2 dioptrías”.
“En el caso de Jimena, —detalla— oscilaba entre 8 y 16 dioptrías en los peores momentos. Entonces, no le permitía ver ni con gafas, ni de ninguna manera”.
“Digamos que su ‘ojo estaba loco’, con lo cual si le medían que tenía 8 dioptrías y le ponían gafas, no conseguía ver, porque no podía enfocar. La convergencia de los ojos no le funcionaba, era algo que los propios médicos tacharon de inexplicable”.
Desde hace poco más de un año probaron un tratamiento “muy puntero en Japón” con la esperanza de obtener resultados. Sin embargo, no hubo avances. “A Jimena no le funcionaba y le producía efectos secundarios terribles porque se encontraba mal, tenía náuseas, le dolía la cabeza y no podía estudiar”.
“El equipo médico, —continúa el padre de la chica— de una manera no literal, llegó a decir que habían tocado techo, que no sabían qué más hacer”.