Papa Francisco: ¿Le tengo asco a la pobreza de los demás, busco una vida destilada?
En su encuentro con los Centros asistenciales y de caridad en Lisboa, el Papa Francisco destacó la necesidad de un amor concreto: “Cuántas vidas destiladas, inútiles y sin dejar huella”.
Asimismo, subrayó que “la caridad es el origen y la meta del camino cristiano”, durante el encuentro de este viernes 4 de agosto en el Centro Parroquial del barrio Serafina, en la capital portuguesa.
Dejando las hojas de su discurso, el Papa cuestionó: “Cuando le doy la mano a una persona necesitada, a un enfermo, a un marginado, después de dar la mano, ¿hago así enseguida [un gesto] para que no se me contagie?, ¿le tengo asco a la pobreza, a la pobreza de los demás, busco siempre la vida destilada, esa que existe en mi fantasía, pero no existe en la realidad?
El Pontífice señaló que “el amor” es concreto y “la Iglesia no es un museo de arqueología”.
“La caridad, de hecho, es el origen y la meta del camino cristiano, y vuestra presencia, realidad concreta de ‘amor en acción’, nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que hacemos”, sostuvo el Sucesor de Pedro.
El Obispo de Roma, apenas llegó, saludó a un niño en silla de ruedas, dándose un “cinco” y se entretuvo por varios minutos con los más pequeños y los ancianos. En el encuentro estuvieron presentes los representantes del Centro Parroquial de Serafina, la Casa Familiar Ajuda de Berço y la Asociación Acreditar.
Tras el canto de apertura y la bienvenida, el Santo Padre pronunció su discurso. “’Juntos’ es la palabra clave”, anotó el Papa pensando en las intervenciones precedentes. “Vivir, ayudar y amar juntos; jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos”, añadió.
No somos una enfermedad o un problema
El Sucesor de Pedro escuchó los testimonios, incluido los de quienes asisten a los enfermos de cáncer. “Es verdad, no debemos dejarnos ‘definir’ por la enfermedad, o por los problemas, porque no somos una enfermedad o un problema”, afirmó, citando las palabras del testimonio que le precedió.
“Cada uno de nosotros es un don, un don único —con sus límites—, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana. Entonces, así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto”, añadió Francisco.
La Iglesia no es un museo de arqueología
En segundo lugar, el Pontífice instó a actuar concretamente, citando a San Juan XXIII y destacando que “la Iglesia no es un museo de arqueología”.