Eventos Diocesanos

NOVENO DÍA

Noveno Día

Saludo.

Hermanos y hermanas, hemos llegado al noveno día de la novena a la Virgen María en la advocación del Monte Carmelo; Sintamos la presencia maternal de María, que nos muestra el camino para alcanzar las promesas y gracias de su Hijo Jesucristo, como lo expresamos en la súplica que hacemos de la oración: Dios te salve reina y madre.

 

Saludo Trinitario: En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Iluminación Bíblica:   Mt 5, 1 – 11

“Al ver a la multitud, subió al monte. Se presentó y se le acercaron los discípulos. Tomo la palabra y comenzó a enseñarles del siguiente modo:

   Felices los pobres de corazón, porque el reino de los cielos les pertenece.

Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los desposeídos, porque heredaran la tierra:

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Felices los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia.

Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz, porque se llamaran hijos de Dios.

Felices los perseguidos por causa del bien, porque el reino de los cielos les pertenece.

Felices ustedes cuando los injurien y los persigan y los calumnien falsamente de todo por mi causa. Alégrense y pónganse contentos, porque el premio que les espera en el cielo es abundante. De ese mismo modo persiguieron a los profetas anteriores a ustedes”.

Palabra de Dios.

Reflexión

María es la madre de “Jesucristo, el Señor”. Ella fue quien le concibió, lo llevo en su vientre, le dio a luz, lo alimento y lo educo. Además vivió con Él la mayor parte de su vida (¡treinta largos años!); fue testigo de su vida pública; de sus enseñanzas, de sus palabras, de sus obras y acciones. Presencio su muerte en la cruz y le vio resucitado. Nadie mejor que Ella, para conducirnos a Él, para que alcancemos sus promesas y gracias.

Al llegar a este noveno día de la novena en honor a la madre de “Nuestro Señor Jesucristo” bajo la advocación del “monte” Carmelo, que mejor que tener como telón de fondo en nuestra reflexión el texto bíblico donde Jesús el Hijo de Dios, hecho hombre en las entrañas de la virgen María para llevar a plenitud su obra de amor; propone un proyecto de vida para todos sus seguidores que quieren ser sus discípulos.

El evangelista Mateo nos dice: que está propuesta, el “Señor” la llevo a cabo, señalándonos como lugar físico, un  monte. No le da nombre porque sabemos  que en el lenguaje bíblico el “monte” significa: en lo alto, cercano al amor de Dios, cercano a su presencia (Presencia de Dios).

Nuestro Señor Jesucristo, es para nosotros el “MONTE” con mayúscula. Él es la presencia misma del Amor de Dios; es Dios que habla cara a cara con cada uno de nosotros sus discípulos, como lo hizo con María, su madre y discípula fiel. María lo comprendió así desde el momento en que da su “Sí” a Dios: de ser la esclava del AMOR, con mayúscula (Dios), la servidora fiel de su Hijo. Ella es quien nos conduce al “MONTE” para estar con Dios en la persona de su Hijo Jesucristo, quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Ella nos anima a confiar en el cumplimiento de las promesas y las gracias de su Hijo.

Las “promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo” se sintetiza en el “Reino de Dios” que Jesús nos anunció, que nos dejó como tarea a todos sus discípulos: hacerlo presente en la transformación de la realidad que vivimos, de anunciarlo y vivirlo, haciéndolo visible para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Tarea en la que por la fe, la Virgen María, Madre del “Señor” tiene un protagonismo muy particular; porque el “Señor” cuando iba a pasar a la gloria, nos la entrego como nuestra madre;…Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre…. (Jn 19, 26 – 27).

En perspectiva del sermón de la montaña (bienaventuranzas), podemos afirmar: las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo” es la experiencia del Amor del Reino de Dios, que se opone a nuestra lógica de reino humano. Promesas y gracias que nos conducen a  que los seguidores de Jesucristo el Hijo de Dios; sean bienaventurados, felices y realizados en el Amor de Dios que es la fuente de nuestro amor humano.

Para ello hay que vivir el programa de vida que nos propone Jesucristo el Hijo de Dios. Ayudados por el amor maternal de María lograremos realizar este proyecto de vida: siendo pobres en el espíritu de amor de Dios; viviendo la mansedumbre, la humildad y servicial dad; aceptando el sufrimiento y el peso de la cruz; teniendo siempre hambre del amor y la justicia de Dios; siendo misericordiosos; limpios de corazón, no dejando espacio para otros apegos e ídolos; trabajando siempre por la paz y la reconciliación; y, asumiendo que por querer vivir al estilo de Jesús, el Hijo de Dios, nos llevará a que seamos señalados, perseguidos… En pocas palabras las promesas y gracias del “Señor Jesucristo” nos llevan a gastar, a donar, a entregar nuestra vida.

Gastar, entregar la vida, no es una perdida, es una ganancia. Ganamos la vida eterna. Por eso nuestra suplica a la madre del cielo: “Ruega por nosotros Santa madre de Dios, para que seamos (“como discípulos fieles”) dignos de “alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo”.

Que al terminar esta novena a la Santísima Virgen María, sintamos la alegría, de sentirnos bienaventurados, siendo instrumentos de la reconciliación para alcanzar la paz en nuestro país Colombia, nuestra región, nuestra Diócesis.

Oración comunitaria

Confiadamente presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, para que por la intercesión de la madre de Jesucristo alcancemos las gracias de su amor y digámosle.

Respuesta: Dios de amor escúchanos.

  • Por la Iglesia, que ha recibido la misión de anunciar el evangelio y bajo el cuidado maternal de la Santísima Virgen María, proyecte siempre su trabajo por la paz y la reconciliación, oremos.
  • Por quienes viven el horror de la guerra y la violencia; tocados por el amor de Dios que se manifiesta en el trabajo humilde de las personas, se sientan invitados  a colocar su vida en los brazos maternales   de la virgen para ser capaces de perdonar para construir la paz, oremos.
  • Por todos quienes hemos celebrado con fe y alegría la novena a la Santísima virgen María, en la advocación de la virgen del Carmen; para que sintiendo su amor maternal, puedan sentirse proyectados a trabajar por la paz, que se cimenta en el perdón y la reconciliación, oremos.

Oración conclusiva 

Padre de bondad escucha nuestras humildes suplicas y bendice nuestros esfuerzos, para alcanzar las gracias que nos son dadas por intercesión de la madre de tu Hijo Jesucristo, Nuestro Señor. Amen.

Compromiso

Todas las noches, antes de acostarse rezar la oración: Dios te Salve Reina y Madre.

Por: Padre. Florentino Copete Novoa.

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